Enrique Peña, Hombre con Oficio y Formación Política
Por Miguel Angel Cruz Vega
Decía Maquiavelo que la cualidad del león está en el poder de su fuerza y la del zorro en la astucia, pero ni una ni otra son indispensables para el desarrollo político moderno, aunque sí necesarias. Hoy día, la fuerza y la astucia no son monopolio de una clase política, las circunstancias, hallazgos sociales y en particular el desarrollo tecnológico de finales del siglo XX y ahora con mayor importancia en el XXI están reconfigurando la conciencia y el pensamiento del hombre. Si bien es cierto que en esencia el hombre sigue siendo un animal político como lo ilustra el pensador florentino, es menester puntualizar que su pensamiento ha evolucionado con evidente progreso por el conocimiento capitalizado a lo largo de estos quinientos años, aunque muchos individuos --en referencia a quienes están dedicados a la política-- perviven en aquel primitivo estadio político bajo una obcecada búsqueda y lucha por el poder pensando que para llegar a lograr el ejercicio del poder se tiene que ser maquiavélico. Pensamiento siempre canijo, perverso, revanchista y sanguinario.
Hoy en día todos los actores políticos cuentan con esas cualidades propias del león y la zorra, las poseen los triunfadores pero también los opositores, los equilibrados y hasta los simpatizantes. Si usted por las lecturas, estudio de la historia, o por experiencia propia ha tenido la oportunidad de conocer el pasado reciente de México podrá observar como los principales caudillos de la Revolución Mexicana como Madero, Carranza, Obregón, Villa, Zapata, Calles y Cárdenas por mencionar a algunos de los más sobresalientes, fueron audaces. Como también lo fueron Alemán, Ruíz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz, De la Madrid, Salinas y el mismo Fox, y no por el hecho de tener un resbalón ante la prensa para hablar de libros, ya es motivo para descalificar a un candidato bastante posicionado políticamente y hacer de él una caricatura y escarnio de la sociedad. En sentido contrario, qué pasaría si ponemos a un letrado como Vargas Llosa, Fuentes, o un García Márquez al frente de una contienda por el poder, seguramente no permanecería ni una semana en sus cargos.
Es infantil pensar que la fuerza y astucia de Enrique Peña Nieto se van a desvanecer como consecuencia de una malograda entrevista ante los medios y por el solo hecho de no estar actualizado en las lecturas cotidianas , se pensará que todo un proyecto para contender por la presidencia perdió sentido. No estamos ante una crisis generacional como en España, ni en un escenario de regímenes absolutistas y autoritarios como en los países árabes. México es una sociedad plural, estable, con instituciones sólidas, formadas dentro de contexto propio donde las fuerzas políticas—grupos de poder-- se han sometido al estado de derecho, aunque imperfectas pero moldeables por la modernidad. Habrá quienes quieran ver al país en llamas, naufragando en el desastre y el caos social, se equivocan quienes tienen esa concepción o esperanza de que por las redes van a lograr desestabilizar al país y por la misma vía podrán descarrilar al candidato del PRI. Se equivocan, México es un país sólido y robusto.
Si fuera requisito indispensable ser un erudito y experto en los menesteres de libros para aspirar a una contienda política con el propósito de gobernar a una nación, en automático tendríamos un cementerio de candidatos defenestrados por la ligereza de sus palabras, su espíritu endeble políticamente hablando, sentimientos de nostalgia y romanticismo, lo cual les haría tener tropiezos insoslayables que les llevarían a declinar en sus aspiraciones.
Intelectuales, periodistas, aficionados y aventureros de la política, enemigos del historial priísta han hecho sorna del traspiés porque muchos de ellos son expertos en la materia y otros se mimetizan en entre ellos para diseminar la crítica, “a rio revuelto…”. Pero que no se trate de ser actores de la política porque entonces se convierten en entes pasmados de estupor, sencillamente no están preparados para ser operadores y ejecutores de las políticas públicas. El oficio de la política se adquiere con tesón a través de los años; la política forma al individuo en plena faena y va macerando su carácter hasta darle forma en el tiempo para cumplir con la misión de gobernar.
La política no consiste en ganar solo una elección y tener la figura legítima de haber obtenido un triunfo, va remotamente mucho más allá de esa concepción. Si eso fuera Felipe Calderón no tendría en su haber como gobernante la cifra de 60 mil 400 muertes en su sexenio. Ni Fox con su consabida ignorancia y falta de oficio político hubiese cometido tanta barbaridad, pero gracias a su astucia pudo llegar al poder, permanecer y terminar con el mandato. Tenemos que ser conscientes del momento que nos está tocando vivir. Véase a la Procuradora Maricela Morales cómo ha escalado en base a sus tropiezos, cuyos resultados hablan por sí mismos, logró convencer a los norteamericanos de que es persona de resultados, desde luego están allí a la vista de todos, toda una obra de teatro sin sentido. Personaje fatuo, alarmantemente desconcertante, hoy copartícipe de la descomposición social que vive el país.
El arte de la política en el mundo moderno, consiste en un principio básico: el ejercicio del poder para la preservación del Estado de Derecho por encima de la conservación de un régimen particular; en el desarrollo social y político como ampliación de la participación política-social; en el fortalecimiento del pluripartidismo y la efectividad de los acuerdos políticos de todos los actores sociales llevados al terreno de los beneficios de la colectividad. Éstas y otras son cualidades que solo se adquieren con disciplina, honestidad y una profunda cultura cívica de amor por la nación. A pesar de su traspié Enrique Peña ha demostrado oficio y formación política, como humano, sus errores le llevarán a perfeccionar su fallas y a dar a México lo mejor de sí. Tenemos confianza en que así será. cruzvegamacv@hotmail.com
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